Un genio solitario, de ideas relevantes, frescas y maduras, arrogante y con poco gustos por los adornos o detalles que enaltecieran su trabajo. Especializado en literatura inglesa, pero con estudios de música, administración comercial y filosofía, Bernbach se graduó de la Universidad de Nueva York en 1932. Así era William Bernbach, icono de la publicidad del siglo XX.
Luego de terminar sus estudios universitarios, Bernbach ingresó a Schenley Distillers, en donde era el encargado del Departamento Literario, para después seguir su carrera comercial en la Feria Mundial de Nueva York, en donde realizó varios artículos y estuvo involucrado en el desarrollo artístico de la feria. Continuó por la senda publicitaria en 1939, cuando fue contratado como redactor en la agencia William Weintraub.
Su trabajo le dio entrada a Grey Publicidad en 1945, convencido por la idea de que su apetito creativo disminuiría, de seguir en tal agencia; poco tiempo de después junto con Ned Doyle y Maxwell Dane, crean Doyle Dane Bernbach, en esas fechas la industria publicitaria se veía en pleno desarrollo, por lo que la competencia para un equipo joven podía ser dura de superar. La ahora conocida DDB Wordwide comenzó una facturación promedio de mil de dólares; hasta el fallecimiento de Bernbach la agencia tenía registros monetarios de un millón de dólares.
Bernbach aportó sus propios conceptos a la publicidad:
«El producto. El producto. Quédese con el Producto.»
Insistió en aprender la relación que hay entre los productos y los usuarios, las cualidades humanas y emotivas que se desarrollan en medio de la compra. Entendía que el desafío está en decidir la vía correcta para comunicar la publicidad, el objetivo siempre ha de ser capturar el entendimiento y apoyo del consumidor.
Fue el responsable del éxito del auto Beetle, en EUA y México.
Bajo la idea de una campaña contra Detroit, fue lanzado el slogan Think small, una forma irónica para desplazar el gusto por los automóviles ostentosos, que imperaba entre los habitantes de EUA. El triunfo fue más de lo que esperaba, puso de moda al «feo Beetle». Su fama es aún celebrada y llegó a ubicarse dentro de las 100 mejores campañas del siglo, por la revista Advertising Age. Su trabajo es reconocido en México, por el lugar que ocupa el bocho en la sociedad y el mercado automovilístico.