«La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene», dijo el escritor argentino Jorge Luis Borges. Definir qué es la muerte puede ser una larga discusión, pero queda bien ilustrada en el pensamiento de Borges, imagen que se pueden adaptar a los temas de marketing y publicidad.
En México, el mercado funerario genera ingresos por 12 mil millones de pesos, de los cuales, al menos 50% provienen de negocios fuera de la ley. Además, nuestro país tiene una de las 10 funerarias más grandes del mundo, si bien lucrar con la muerte puede ser algo malo, las empresas de esta industria tienen un gran crecimiento.
Los mexicanos no estamos preparados para la muerte; es decir, no somos adeptos a comprar o contratar seguros de vida, o paquetes de servicios fúnebre, sin embargo, en nuestra cultura hablar de la muerte no es un tabú; dice la voz popular «el mexicano se ríe hasta de la muerte»; aún así no hay limitación en los gastos para este concepto. Tal vez por eso, esta industria se ve muy nutrida sin necesidad de crear complejas estrategias de mercado. Algunos cementerios y mausoleos de EUA, por ejemplo, han optado por crear eventos en sus espacios: conciertos, almuerzos, conferencias y visitas guiadas, han sido formas para atraer a más clientes.
El marketing o publicidad mortuoria, no es una novedad, ha estado presente desde tiempos inmemoriales. Lo que hace diferente a la publicidad actual, de su predecesora, se basa en los espacios, el acompañamiento a los deudos y el sentido humano, en los servicios que ofrecen. Pensemos en Grupo Gayosso, la agencia que se ubica entre las diez mejores del mundo, es la de mayor crecimiento en América Latina, con aumentos del 20%, e inversiones anuales del 8% de sus ventas en infraestructura y tecnología. Dicha empresa trabaja con servicios virtuales, nuevos mausoleos y atención tanatológica de tal modo que abarcan todos sectores que implican la atención funeraria. Otro ejemplo puede ser J. García López, la agencia ganó un León de Cannes en 2013, por una estrategia de esquelas interactivas, hay que añadir que la ventas de ese servicio en los periódicos iba a la baja antes de la intervención de la funeraria.
¿Qué es lo que nos hace ir y comprar un servicio de este tipo? La publicidad mortuoria no busca establecer la idea de la muerte, por el contrario, en su mayoría las estrategias van directas a la previsión de los gastos, la concepción de la última morada y, por supuesto, el acompañamiento personal.