Uno de los pensadores más influyentes de los últimos años y Premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz menciona que las cooperativas son la única alternativa frente al modelo económico fundado en el egoísmo y la desigualdad.
Sus palabras delataron la crisis de la globalización y del libre mercado, mencionando que si la economía no sirve para la mayoría de los ciudadanos, ésta será una economía fallida.
Un informe de la Oxfam respalda la misma opinión, concluyendo que tan sólo ocho hombres poseen la misma riqueza que 3,600 millones de personas, que representan la mitad más pobre de la humanidad.
Más allá de los números, el problema de la desigualdad se refleja en la pérdida de poder adquisitivo de la clase media, en la poca calidad de vida de los sectores más pobres y, sobre todo, en el aumento de las necesidades básicas insatisfechas de la población vulnerable.
Todavía hay millones de personas en el mundo sin acceso a servicios de salud ni de educación, incluso, según los datos del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, 795 millones de personas todavía no tienen suficiente comida para llevar una vida saludable y activa, por lo que sufren hambre.
En diferentes países de Latinoamérica existen diferentes fondos de apoyo para los distintos sectores, lo que aún sigue siendo insuficiente para la gran cantidad de personas que necesitan recursos.
Varios analistas de economía explican que la riqueza se encuentra distribuida de tal forma, que el problema no sólo radica en la desigualdad de ingresos sino en la concentración de la riqueza, por lo que se reduce la pobreza pero no la equidad.
El sector público ve al sujeto como un actor de derechos y deberes, el sector privado lo ve de acuerdo con la participación que tenga en el proceso de producción, y el sector solidario ve al ser humano como el centro y la razón de ser de la economía.
Casi el 17 % de la población del país y 36 % de la población ocupada, están vinculadas directamente al sector solidario, incluso si se mira con más detalle, los beneficios de créditos, becas y calidad de vida que ofrece el sector, alcanzan en promedio a tres personas por cada asociado.
Se está hablando de que cerca de 24 millones de ciudadanos tienen algo que ver con la economía solidaria, casi el 50 % de la población total.
La economía solidaria necesitaba modernizar la normatividad, y contar con una política pública y una regulación, propias.