Durante varios años, los productos fabricados en China se consideraban de baja calidad, porque se podían comprar a un precio muy bajo. Era el reino de lo low-cost, de donde salieron muchas tiendas como los “todo a 100”. Los productos no se esperaban que fueran de mucha calidad, ni una vida útil muy larga, sino simplemente que fuesen baratos y asequibles.

Sin embargo, en los últimos años las cosas han empezado a cambiar, el caso de los smartphones es posiblemente el más importante y se puede seguir sin muchos problemas, centrándose en marcas concretas.

Un ejemplo es Huawei, que comenzó siendo la compañía ligada a los teléfonos que daban las operadoras, a ser una de las que tienen una mayor cuota de mercado, en el camino pasaron por una apuesta por el diseño de producto, y también por un cambio en cómo este se presentaba al mundo.

Las marcas chinas han intentado, en la última década, sacudirse los prejuicios del made in China y de hecho, se han puesto ya una fecha concreta para cambiar la percepción, su fecha es el 2025.

Así, China está invirtiendo miles de millones de dólares en innovación e investigación, para que el país se convierta en una potencia industrial y tecnológica, y dejar de lado la asociación al low cost.

El país también ha creado un marco legal en el que capta grandes multinacionales extranjeras, pero haciendo que se asocien con empresas locales, para el desarrollo de productos innovadores.

El objetivo es el de empezar a conquistar el mercado en casa, pero también salir fuera del país y conquistar, con esa nueva imagen, el mercado global.

Las marcas chinas están ya en la senda del cambio, algunos estudios señalan que los consumidores más jóvenes han modificado su percepción y que algunas marcas chinas ya se asocian a productos de buena calidad, sin que se dé mucha importancia al de dónde vienen.

El valor de algunas marcas es abrumador y si se analiza de forma conjunta, es más impresionante; el valor de las marcas chinas ha crecido en la última década en un 1,004%.

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