La meta principal de una compañía es conseguir que las personas consuman su producto o servicio; para alcanzar esa meta deben aplicarse mecanismos mercadológicos, cuya función es la de incentivar la compra, pero en algún punto, el bombardeo de contenidos ha deformado la idea de «satisfacer las necesidades» de los consumidores llevándolos a una adicción al consumo.
En un momento hablaremos de la adicción al consumo.
Clínicamente una adicción es definida como: «Hábito de conductas peligrosas o de consumo de determinados productos, y del que no se puede prescindir o resulta difícil hacerlo por razones de dependencia fisiológica o psicológica». Centrando esa idea en nuestro tema principal, el consumir productos de una manera agresiva y constante, es un síntoma de una adicción al consumismo, pero: ¿qué la provoca?
Prácticamente todos los esfuerzos publicitarios están enfocados en la creación de necesidades, bajo promesas de compra, que no en todos los casos se cumplen. En este tiempo en el que vemos contenido publicitario por todos lados, es más común ver como una necesidad básica de comprar leche, por ejemplo, pasa a ser todo un rito con una oferta de productos muy extensa que requiere o incita a la adquisición de productos complementarios, que no en todos los casos son necesarios, y en conjunto con las estrategias de acomodo de algunos establecimientos, hacen que compremos más de lo planeado.
En un principio, el ejemplo anterior no parece ser un paso a la adicción, pero sí tiene un efecto, y es la dispersión de la atención del consumidor de su objetivo. Al paso del tiempo salir y dar «la vuelta» por un centro comercial se ha convertido en un pasatiempo, que tiene como único costo el comprar «algo», aún cuando el motivo de la visita no haya sido ese, las personas se ven obligadas a comprar algo, y en el proceso se unen a sus compras, más artículos no necesarios. Convirtiéndose así en un deseo de ambición; esa sensación es para sentirse admirado o señalado por los demás, o encontrar en la acción de compra una forma de autorrealización.
Muchos son los factores psicosociales que influyen en el desarrollo de esta enfermedad, además del consumo excesivo de contenidos publicitarios, pueden ser evitados disminuyendo el tiempo en Internet, frente al televisor o escuchando radio, sin embargo, la forma principal de evitarla, es mantener un consumo consciente, manteniendo como eje principal de comprar, el cubrir la necesidad y nada más. Puede ser complicado establecer este sistema por sí mismo, por lo que es recomendable acudir con un profesional de la salud.
Algunas preguntas que pueden ayudar a entender si se padece de esta adicción, pueden ser:
- A menudo me disgusto por haber gastado el dinero tontamente.
- Cuando me siento triste o deprimido, suelo comprar para animarme.
- Hago compras por impulso.
- Cuando veo algo que me gusta, no me lo quito de la cabeza hasta que lo compro.
- Compro cosas inútiles, que después me arrepiento de haber comprado.
- Se me va el dinero sin darme cuenta.
- A menudo, cuando recibo el estado de cuenta de las tarjetas, me sorprende ver las compras que había olvidado.
- Frecuentemente me precipito comprando cosas, sin haberlo pensado bien.
- Compro ropa que después no uso.
Si más de una respuesta fue positiva, es momento de revisar qué tan a menudo compran, cuánto gastan y qué es lo que compran.